La felicidad, en La barca del silencio
En la novela La barca del silencio Menoscal Reynoso hace lo que todo autor suele hacer, apela a la literatura para hacer de la realidad lo que él entiende debe ser, o lo que él quiere que sea. La literatura permite al escritor presentar los hechos ocurridos como él habría querido que sucedieran.
Mediante ese recurso, Menoscal nos hace vivibles aquellos días terribles de los doce años en los que, siendo niños, hubimos de hacernos hombres antes de ser jóvenes y hasta adolescentes. Porque las circunstancias así lo exigieron. Muchos de los de entonces, Menoscal entre ellos, hemos tenido solo dos etapas, las de niño o las de niña y las de hombre o la de mujer adultos.
En su novela, Menoscal integra el amor, el de mujer, pero para este amor no había, o casi no había, espacio en aquellos tiempos. El amor de aquellos días, era el de pueblo, expresado en solidaridad que es, según el comandante sandinista Tomás Borges: “la ternura de los pueblos”.
Menoscal logra con acierto permitirnos vivir aquellos días gloriosos. Y logra mezclar el compromiso de una causa con el amor, el de hombre y mujer. Hoy puedo valorar que esa mezcla hace más llevadera la militancia política, sobre todo la que nosotros practicamos.
Pero de todo el texto, lo que más me ha impresionado de la novela La barca del silencio, es el ideal de felicidad que nos filtra. A esto es a lo que quiero referirme, de manera muy breve.
“La felicidad es un pájaro azul que una tarde se nos posó en la palma caliente de la mano, y nos dejó como la huella de un paraíso perdido que nunca nadie alcanzó y con el que todos, en algún momento, dormídos o en estado de vigilia, soñamos”.
En algún lugar leí este verso, no lo recuerdo ahora. Destaco en esta la idea de la felicidad, la cual nos la presenta como algo efímero que una vez ocurrió, que nadie alcanza y con la que todos soñamos. En este ideal, la felicidad es una utopía, no existe, pero la buscamos.
Desde el punto de vista filosófico, es Aristóteles el creador del concepto felicidad, porque también en el plano filosófico él es creador de Dios. Según Aristóteles, sólo Dios puede ser feliz, porque a fin de cuentas su única tarea es contemplarse y valorarse así mismo.
Hoy día, la búsqueda de la felicidad se ha convertido en objetivo central. A ese fin han surgido cualquier cantidad de disciplinas supuestas a aconsejar a los seres humanos sobre cómo alcanzar la felicidad. Deben de haber varios best sellers con este título.
Pero a quienes buscan la felicidad en los libros y en las diversas disciplinas académicas, como la psicología, entre otras, se les hace cada vez más difícil lograrla. Porque el entorno social y material es cada vez más difícil y nadie vive al margen de un entorno.
La felicidad dada de una vez y para siempre no existe. La felicidad total tampoco. Porque siempre habrán hechos y circunstancias que nos afecten de alguna manera.
Por todo esto, me impactó tanto la idea de felicidad que Menoscal nos presenta en La barca del silencio, cual es la que aparece a trozos, en momentos que deben ser disfrutados. En varios pasajes de la novela recurre el tema de la felicidad. Inicia con una opinión de Borges y la pone varias veces en labios de una de sus personajes.
De acuerdo con Menoscal, la idea seria preocuparse porque aparezcan en nuestras vidas la mayor cantidad de estos momentos y vivirlos a plenitud, conscientes de que al término de los mismos una realidad distinta nos aparecerá y que a esta seguirán otros y otros momentos de felicidad.
Es esta dialéctica de la felicidad, entre otros elementos interesantes, lo que invito a buscar en la novela La barca del silencio.
Lic. Manuel Salazar
viernes, 1 de diciembre de 2006
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