La barca del silencio: Lucha política y amor descarnado
La década de los años 70 fue, sin duda alguna, un tiempo de agitación, de luchas políticas y sociales para la mayoría de los pueblos de nuestra América. Es precisamente en estas circunstancias histórico-cultural que se remonta la historia presentada en la primera novela de Menoscal Reynoso, La barca del silencio. Es manifiesto que en esta obra se presenta con valor sustantivo el ambiente dominicano, cuya característica más sobresaliente era la barbarie o la represión por parte del gobierno a los ímpetus revolucionarios. Se asesinaba sin reparos y de manera selectiva a los líderes estudiantiles de la oposición, a los campesinos, obreros y periodistas. Por esto, este libro adquiere una función social importantísima, pues aparece en el momento que se glorifica a un ex presidente, al decir de Narcisazo, perverso; y nuestros gobernantes han llegado a la desfachatez de nombrar a ese siniestro personaje como Padre de la democracia dominicana. Tanto de esta obra, como de otras que presentan temas similares de la época, la juventud dominicana y todo lector o lectora tendrá una herramienta para apreciar de manera parcial la desgracia caída sobre nuestro pueblo. Conociendo un poco sobre la vida de Menoscal Reynoso se intuye que en su novela está presente lo autobiográfico, o por lo menos existen alusiones a sucesos cercanos en el tiempo o el espacio. El autor, dejándose arrastrar por un vibrante entusiasmo, se vale de una trama dual para presentarnos dos realidades: el amor y las luchas políticas.
Tomás Javier, protagonista de la novela, vive atormentado por los recuerdos de sus amigos y compañeros caídos en la lucha, y por los recuerdos de la pérdida de su familia en un trágico accidente; mas el amor puro y sincero de Carmilia se le revela como la única posibilidad de salvarlo de la locura.
El tema de las luchas políticas con una motivación a favor de la justicia social es muy frecuentado por los autores que han tenido una participación activa en esas luchas, pues, todo relato escrito responde a una profunda necesidad psicológica. Hay unos escritores que pretenden explicar los acontecimientos desde un punto de vista objetivo e imparcial, pero no debemos confundirnos, ya que la novela de Menoscal no queda reducida a un simple testimonio de la realidad. Toda su novela exhibe un acertado perfil dual. Hay una extraña fusión de realidad cruda y fantasía poética; frente al tono severo, condenatorio, aparece la prosa poética para aliviar las tensiones con un tono amoroso. Esto es, frente al tono pesimista, está el entusiasmo lírico o el juicio ético y social; pero siempre se le deja al amor toda la posibilidad de vencer la angustia existencial.
En La barca del silencio coexisten la fabulación imaginativa y la reflexión intelectual. Es un estilo novelístico donde alternan la ternura y los detalles macabros. En esta novela, Menoscal hace uso de un estilo vivaz con una clara tendencia política, donde se denota el gusto por el análisis intelectual y psicológico, y se destaca la sinceridad moral y expresiva con un profundo sentido de comprensión humana y grandes dotes de observación. De esta manera, nunca retrocede cuando describe lo espeluznante, y es precisamente en la descripción coloreada de los más diversos ambientes que hay que buscar el mérito primordial de esta obra. Encontramos acertadas descripciones en una galería de arte y en sus cuadros; en los galanteos de Tomás Javier con Carmilia; en el desenfado amoroso, a veces, con una carga fuerte de sensualidad y erotismo; en las luchas callejeras; y en los paisajes. Nos dice: “La tarde aún pinta rojiza, al acostarse el sol se siente refulgente, con un aura en chispas” (p.117). Abundan los matices poéticos y psicológicos, las amargas reflexiones, incluso digresiones intelectuales que denotan el rasgo personalísimo del lenguaje culto y científico, lo que llega a cobrar un alto relieve.
Como es característico en muchas novelas sociales, el diálogo es escaso, pero cuando utiliza este maravilloso recurso literario, la vitalidad de su palabra lleva en sí una fuerza similar a la de una bomba expansiva. No hay manera de detenerlo, todos los personajes se unen al coro potente de palabras, que pueden ser de amor o de muerte. El autor parece simular una conversación para emitir un pensamiento: un personaje inicia la conversación y el otro la recoge. Es como si sostuviera un diálogo interior.
Quiero invitarles a sentir como un enamorado la palpitación psíquica que se percibe en el espíritu de la letra de Menoscal. Disfrutemos de su elegante elocuencia, tanto en el tema amoroso como en el crítico. Construyamos con él las barricadas para luchar contra las injusticias y transformar el mundo caótico que nos ha tocado vivir. Construyamos una barca distinta a la del Aqueronte, aquella que transportaba las almas a la otra orilla, la del silencio eterno. Esta nueva barca llevará consigo la reafirmación de la esperanza de que es posible un mundo más justo y más humano.
Menoscal Reynoso hace uso de un estilo vivaz con una clara tendencia política, donde se denota el gusto por el análisis intelectual y psicológico y se destaca la sinceridad moral y expresiva con un profundo sentido de comprensión humana y grandes dotes de observación.
Tomás Javier vive atormentado por los recuerdos de sus amigos y compañeros caídos en la lucha, y por los recuerdos de la pérdida de su familia en un trágico accidente; mas el amor puro y sincero de Carmilia se le revela como la única posibilidad de salvarlo de la locura.
El autor, dejándose arrastrar por un vibrante entusiasmo, se vale de una trama dual para presentarnos dos realidades: el amor y las luchas políticas.
Luis Gil, Coordinador Cultural Centro Hermanas Mirabal de Nueva York
Presentación en la 1ra. Feria del Libro Dominicano en Nueva York
viernes, 1 de diciembre de 2006
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