jueves, 7 de diciembre de 2006
viernes, 1 de diciembre de 2006
BIENVENIDOS AL BLOG DE MENOSCAL REYNOSO
Menoscal Reynoso
Nació en la ciudad de Santo Domingo. Estudió Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Ha realizado estudios de Metodologías y Técnicas de Investigación en Comunicación; Dialectología del español de América; Comunicación Corporativa; Realización de Mensajes; Relaciones Públicas; Diseño de Políticas y Planificación de la Comunicación Institucional; Legislación de Prensa; Diagnóstico Comunicacional y Análisis Económico; además, ha participado en seminarios, talleres y eventos nacionales e internacionales.
En el pasado mes de abril presentó la primera edición de su novela “La barca del silencio”, en el marco de la Feria Internacional del Libro y en ese mismo mes recibió la Primera Mención en el XIII Concurso Nacional de Cuentos de Radio Santa María y el Grupo León Jimenes, con el cuento “La pesca del lienzo”, cuya obra forma parte de su libro Tribus de Hielo, inédito.
Su obra fue una de las más vendidas en la Primera Feria del Libro Dominicano en Nueva York, el pasado 8 de octubre. El 1 de febrero de 2007 se pondrá en circulación la Segunda Edición en la ciudad de Madrid, España, a cargo del Centro Cultural Dominicanía, el Consulado Dominicano en Madrid y otras organizaciones comunitarias, mientras que el 24 de febrero se presentará en Boston, Masschusetts.
Menoscal Reynoso ha sido ejecutivo de distintos medios de comunicación dominicanos, entre ellos, los periódicos Listín Diario y El Siglo, en este último se desempeñó como Editor de las informaciones de Gobierno, Educación y Salud; Director de Prensa de los noticieros radiales “El Bloque Meridiano” y “La Hora Económica”, en la emisora Disco 106, y Director para República Dominicana del periódico latinoamericano Areito, editado en Madrid, España.
Ha ocupado la gerencia de Relaciones Públicas de diversas instituciones del Estado y privadas entre las que se encuentran la empresa Molinos Dominicanos, la Dirección General de Desarrollo de la Comunidad, Comisión Presidencial para el Desarrollo Barrial y Director de Comunicaciones de la Comisión Ejecutiva para la Reforma del Sector Salud, financiado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
También en la Asociación Médica Dominicana (AMD), Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), Asociación de Comerciantes Mayoristas de Santo Domingo, Agrupación Médica del Instituto Dominicano de Seguros Sociales, y Actualmente se desempeña como Sub-Director de Comunicaciones de la Junta Central Electoral (JCE).
Fue columnista de los desaparecidos periódicos El Sol, La Noticia y El Siglo, así como del Listín Diario, y de la revista Ahora.
Nació en la ciudad de Santo Domingo. Estudió Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Ha realizado estudios de Metodologías y Técnicas de Investigación en Comunicación; Dialectología del español de América; Comunicación Corporativa; Realización de Mensajes; Relaciones Públicas; Diseño de Políticas y Planificación de la Comunicación Institucional; Legislación de Prensa; Diagnóstico Comunicacional y Análisis Económico; además, ha participado en seminarios, talleres y eventos nacionales e internacionales.
En el pasado mes de abril presentó la primera edición de su novela “La barca del silencio”, en el marco de la Feria Internacional del Libro y en ese mismo mes recibió la Primera Mención en el XIII Concurso Nacional de Cuentos de Radio Santa María y el Grupo León Jimenes, con el cuento “La pesca del lienzo”, cuya obra forma parte de su libro Tribus de Hielo, inédito.
Su obra fue una de las más vendidas en la Primera Feria del Libro Dominicano en Nueva York, el pasado 8 de octubre. El 1 de febrero de 2007 se pondrá en circulación la Segunda Edición en la ciudad de Madrid, España, a cargo del Centro Cultural Dominicanía, el Consulado Dominicano en Madrid y otras organizaciones comunitarias, mientras que el 24 de febrero se presentará en Boston, Masschusetts.
Menoscal Reynoso ha sido ejecutivo de distintos medios de comunicación dominicanos, entre ellos, los periódicos Listín Diario y El Siglo, en este último se desempeñó como Editor de las informaciones de Gobierno, Educación y Salud; Director de Prensa de los noticieros radiales “El Bloque Meridiano” y “La Hora Económica”, en la emisora Disco 106, y Director para República Dominicana del periódico latinoamericano Areito, editado en Madrid, España.
Ha ocupado la gerencia de Relaciones Públicas de diversas instituciones del Estado y privadas entre las que se encuentran la empresa Molinos Dominicanos, la Dirección General de Desarrollo de la Comunidad, Comisión Presidencial para el Desarrollo Barrial y Director de Comunicaciones de la Comisión Ejecutiva para la Reforma del Sector Salud, financiado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
También en la Asociación Médica Dominicana (AMD), Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), Asociación de Comerciantes Mayoristas de Santo Domingo, Agrupación Médica del Instituto Dominicano de Seguros Sociales, y Actualmente se desempeña como Sub-Director de Comunicaciones de la Junta Central Electoral (JCE).
Fue columnista de los desaparecidos periódicos El Sol, La Noticia y El Siglo, así como del Listín Diario, y de la revista Ahora.
PALABRAS DE MENOSCAL REYNOSO EN NUEVA YORK
Señores:
Avelino Stanley, Subsecretario de Estado de Cultura de RD;
Franklin Gutiérrez, Comisionado de Cultura en los EEUU;
Colegas periodistas y escritores;
Distinguidos amigos y amigas;
Familiares que me acompañan;
Señoras y señores.
Buenas tardes.
En la página 97 de la obra que hoy tenemos el honor de presentarles, aparece uno de los diálogos más interesantes entre Carmilia y Tomás Javier, dos de los personajes principales de esta historia. Cito (Acudir al libro):
Guiado por esos mismos criterios, en el transcurso de una tertulia con un grupo de amigos de Santo Domingo, en donde se abordaba el tema de la felicidad, expresé que la felicidad, junto a la libertad y la vida, forman una especie de trípode en los seres humanos de parecida dimensión. Se encuentran unidas a un mismo hilo: la incertidumbre. Las tres se esfuman con un simple soplo, como la llama de una vela. En ese encuentro consideré que la felicidad es como eslabones, como aros que concatenan una cadena, y que mientras más aros se logran, más tiempo dura ese estado de felicidad. Les aseguro que hoy he alcanzado una significativa argolla. Esta tarde me siento feliz al compartir con ustedes este momento inolvidable.
Además, por recibir la noticia de que La barca del silencio hasta ahora ha navegado de forma satisfactoria, que ya rebasó la etapa de la zozobra, que en consecuencia está logrando muy buena aceptación, y que de muestra está el que dentro de dos o tres semanas se presentará la segunda edición en Madrid, España, a cargo de varias instituciones de esa nación europea.
Mi primera obra debió ser “Entre rebeldía y ternura”, un libro de poemas que debió aparecer hace unos doce años, corregido y diseñado por el amigo escritor Avelino Stanley, actual Subsecretario de Estado de Cultura, quien me honra acompañándome en este acto. Circunstancias distintas impidieron la aparición de esta obra. También antes que La barca del silencio debió ver la luz “Paradigmas irrompibles”, una selección de más de cien artículos publicados en los principales diarios y revistas dominicanos en los años 80 y 90 sobre el acontecer dominicano, que tiene ya cuatros años corregido.
Algunos de los que han leído La barca del silencio la han descrito como una obra testimonial, es más, el propio escritor Rafael Peralta Romero en su comentario de contraportada, dice que “Menoscal Reynoso se ha propuesto ocultar arquetipos y disimular identidades, pero que los hechos suelen ser tozudos”.
Esa es una verdad a media, porque el autor, que en este caso es quien tiene el placer de dirigirles la palabra, es sólo una pieza de esta historia, ya que en ella se recogen acontecimientos vividos por un puñado de adolescentes y jóvenes que, como bien plantea el gran amigo Manuel Salazar en su comentario, asumimos el compromiso de la resistencia que esas circunstancias impusieron.
En esa dirección quiero destacar, que aunque la novela se desarrolla en un escenario político muy convulso, matizado por la rebeldía e impotencia de toda una generación ante el estado de represión de un régimen dictatorial, ésta es una historia de amor, de un amor real, de unas relaciones de parejas transparentes y tiernas, en las que no importó la crisis emocional que llevó al desquiciamiento mental de Tomás Javier, agobiado, como dice Eric Simó, por trágicos recuerdos. Por ese amor platónico es que Carmilia se desprende de su familia para reencontrarse fuera de su tierra natal con su amado.
Aunque no tengo la intención de comentar la novela, porque eso ya lo hizo magistralmente el amigo Luis Gil, quiero puntualizar dos cosas:
En primer lugar, como ya expresamos, este libro es un fajo de acontecimientos cubierto por la ficción, en el que se recogen momentos que vivieron amigos y amigas que recorrieron varias décadas en procura de variar el rumbo político, no sólo en República Dominicana, sino en otros tantos países del continente, cuyos pueblos fueron condenados a la extrema pobreza, la represión y la persecución política. Y si hoy en la mayoría de nuestras naciones se goza de cierto clima de libertad, se debe precisamente a la bravura y sacrificio de ésa y otras generaciones que les antecedieron.
Por eso quiero señalar, sin la menor intención de lacerar sensibilidades, que esta historia es nuestra historia, escrita a nuestra manera, relatada sin obviar los tratados y recomendaciones de los maestros del género, ya que, según el profesor y escritor Rafael Peralta Romero, “La barca del silencio es una novela, conforme a los modelos de creación de los maestros del género que nos han precedido y, de igual modo, ajustada a los conceptos y preceptos de los intelectuales que han aportado teorías para definir este género mayor de la literatura”.
Por esa y otras razones el libro lo inicio con esta frase del fenecido escritor español Antonio Buero Vallejo: “Escribo para plantear problemas, para buscar verdades, para abrir ojos, para ayudar, para criticar; para otras tantas cosas”.
Quiero también resaltar la recomendación de Buero Vallejo, en respuesta a una pregunta de los periodistas en una de sus últimas entrevistas, específicamente a los jóvenes que empiezan a escribir, a quienes les sugirió: “Que lean mucho de todo. Porque sólo leyendo mucho un joven autor puede reconocer sus propias tentativas, las posibles, las aceptables”.
En segundo lugar, y es quizás lo menos apreciable de la historia, se encuentra el significado de la amistad, ésa que se viene perdiendo en el trajín cotidiano y que cada vez se torna más difícil para mantenerla, porque el afán de vida, la lucha por la sobrevivencia, los intereses, ya sean políticos, económicos o de otra índole, lastiman sensiblemente las relaciones personales hasta de hermanos, de padres con hijos, e imagínense ustedes de dos que no estén unidos por el lazo sanguíneo. Aún así, considero que debemos sobreponer la amistad a las vorágines de esos despiadados intereses.
Teniendo en cuenta el valor de la amistad y los gestos de solidaridad de algunos amigos para que esta actividad logre los efectos esperados, quiero agradecer a varios de ellos, algunos en representación del Centro Hermanas Mirabal, como Luis Tejeda, Luis Gil y otros. Y de manera especial también a mi entrañable amigo Leonardo Mézquita, personaje importante de esta historia; y al siempre batallador Hipólito Núñez (Polo).
Aunque no se encuentre con nosotros esta tarde, quiero manifestar mis profundos agradecimientos al licenciado Manuel Salazar, dirigente político dominicano de una moral de acero, que como dirían los enólogos al referirse a un buen vino: se trata de una reserva especial de nuestro país; quien ha estado involucrado desde el inicio hasta el final de esta obra. De igual manera, al dilecto y siempre amigo Avelino Stanley, trabajador incansable de la cultura.
A todos, por confiar en mí, gracias del alma.
Palabras de Menoscal Reynoso, autor de la novela
La barca del silencio, en la presentación celebrada
En la ciudad de Nueva York el 8 de octubre de 2006.
Avelino Stanley, Subsecretario de Estado de Cultura de RD;
Franklin Gutiérrez, Comisionado de Cultura en los EEUU;
Colegas periodistas y escritores;
Distinguidos amigos y amigas;
Familiares que me acompañan;
Señoras y señores.
Buenas tardes.
En la página 97 de la obra que hoy tenemos el honor de presentarles, aparece uno de los diálogos más interesantes entre Carmilia y Tomás Javier, dos de los personajes principales de esta historia. Cito (Acudir al libro):
Guiado por esos mismos criterios, en el transcurso de una tertulia con un grupo de amigos de Santo Domingo, en donde se abordaba el tema de la felicidad, expresé que la felicidad, junto a la libertad y la vida, forman una especie de trípode en los seres humanos de parecida dimensión. Se encuentran unidas a un mismo hilo: la incertidumbre. Las tres se esfuman con un simple soplo, como la llama de una vela. En ese encuentro consideré que la felicidad es como eslabones, como aros que concatenan una cadena, y que mientras más aros se logran, más tiempo dura ese estado de felicidad. Les aseguro que hoy he alcanzado una significativa argolla. Esta tarde me siento feliz al compartir con ustedes este momento inolvidable.
Además, por recibir la noticia de que La barca del silencio hasta ahora ha navegado de forma satisfactoria, que ya rebasó la etapa de la zozobra, que en consecuencia está logrando muy buena aceptación, y que de muestra está el que dentro de dos o tres semanas se presentará la segunda edición en Madrid, España, a cargo de varias instituciones de esa nación europea.
Mi primera obra debió ser “Entre rebeldía y ternura”, un libro de poemas que debió aparecer hace unos doce años, corregido y diseñado por el amigo escritor Avelino Stanley, actual Subsecretario de Estado de Cultura, quien me honra acompañándome en este acto. Circunstancias distintas impidieron la aparición de esta obra. También antes que La barca del silencio debió ver la luz “Paradigmas irrompibles”, una selección de más de cien artículos publicados en los principales diarios y revistas dominicanos en los años 80 y 90 sobre el acontecer dominicano, que tiene ya cuatros años corregido.
Algunos de los que han leído La barca del silencio la han descrito como una obra testimonial, es más, el propio escritor Rafael Peralta Romero en su comentario de contraportada, dice que “Menoscal Reynoso se ha propuesto ocultar arquetipos y disimular identidades, pero que los hechos suelen ser tozudos”.
Esa es una verdad a media, porque el autor, que en este caso es quien tiene el placer de dirigirles la palabra, es sólo una pieza de esta historia, ya que en ella se recogen acontecimientos vividos por un puñado de adolescentes y jóvenes que, como bien plantea el gran amigo Manuel Salazar en su comentario, asumimos el compromiso de la resistencia que esas circunstancias impusieron.
En esa dirección quiero destacar, que aunque la novela se desarrolla en un escenario político muy convulso, matizado por la rebeldía e impotencia de toda una generación ante el estado de represión de un régimen dictatorial, ésta es una historia de amor, de un amor real, de unas relaciones de parejas transparentes y tiernas, en las que no importó la crisis emocional que llevó al desquiciamiento mental de Tomás Javier, agobiado, como dice Eric Simó, por trágicos recuerdos. Por ese amor platónico es que Carmilia se desprende de su familia para reencontrarse fuera de su tierra natal con su amado.
Aunque no tengo la intención de comentar la novela, porque eso ya lo hizo magistralmente el amigo Luis Gil, quiero puntualizar dos cosas:
En primer lugar, como ya expresamos, este libro es un fajo de acontecimientos cubierto por la ficción, en el que se recogen momentos que vivieron amigos y amigas que recorrieron varias décadas en procura de variar el rumbo político, no sólo en República Dominicana, sino en otros tantos países del continente, cuyos pueblos fueron condenados a la extrema pobreza, la represión y la persecución política. Y si hoy en la mayoría de nuestras naciones se goza de cierto clima de libertad, se debe precisamente a la bravura y sacrificio de ésa y otras generaciones que les antecedieron.
Por eso quiero señalar, sin la menor intención de lacerar sensibilidades, que esta historia es nuestra historia, escrita a nuestra manera, relatada sin obviar los tratados y recomendaciones de los maestros del género, ya que, según el profesor y escritor Rafael Peralta Romero, “La barca del silencio es una novela, conforme a los modelos de creación de los maestros del género que nos han precedido y, de igual modo, ajustada a los conceptos y preceptos de los intelectuales que han aportado teorías para definir este género mayor de la literatura”.
Por esa y otras razones el libro lo inicio con esta frase del fenecido escritor español Antonio Buero Vallejo: “Escribo para plantear problemas, para buscar verdades, para abrir ojos, para ayudar, para criticar; para otras tantas cosas”.
Quiero también resaltar la recomendación de Buero Vallejo, en respuesta a una pregunta de los periodistas en una de sus últimas entrevistas, específicamente a los jóvenes que empiezan a escribir, a quienes les sugirió: “Que lean mucho de todo. Porque sólo leyendo mucho un joven autor puede reconocer sus propias tentativas, las posibles, las aceptables”.
En segundo lugar, y es quizás lo menos apreciable de la historia, se encuentra el significado de la amistad, ésa que se viene perdiendo en el trajín cotidiano y que cada vez se torna más difícil para mantenerla, porque el afán de vida, la lucha por la sobrevivencia, los intereses, ya sean políticos, económicos o de otra índole, lastiman sensiblemente las relaciones personales hasta de hermanos, de padres con hijos, e imagínense ustedes de dos que no estén unidos por el lazo sanguíneo. Aún así, considero que debemos sobreponer la amistad a las vorágines de esos despiadados intereses.
Teniendo en cuenta el valor de la amistad y los gestos de solidaridad de algunos amigos para que esta actividad logre los efectos esperados, quiero agradecer a varios de ellos, algunos en representación del Centro Hermanas Mirabal, como Luis Tejeda, Luis Gil y otros. Y de manera especial también a mi entrañable amigo Leonardo Mézquita, personaje importante de esta historia; y al siempre batallador Hipólito Núñez (Polo).
Aunque no se encuentre con nosotros esta tarde, quiero manifestar mis profundos agradecimientos al licenciado Manuel Salazar, dirigente político dominicano de una moral de acero, que como dirían los enólogos al referirse a un buen vino: se trata de una reserva especial de nuestro país; quien ha estado involucrado desde el inicio hasta el final de esta obra. De igual manera, al dilecto y siempre amigo Avelino Stanley, trabajador incansable de la cultura.
A todos, por confiar en mí, gracias del alma.
Palabras de Menoscal Reynoso, autor de la novela
La barca del silencio, en la presentación celebrada
En la ciudad de Nueva York el 8 de octubre de 2006.
PALABRAS DE MENOSCAL REYNOSO EN LA ROMANA
Palabras de Menoscal Reynoso, autor de la novela La barca del silencio, en la presentación celebrada en la ciudad de La Romana, el 24 de noviembre de 2006.
Distinguidos amigos y amigas;
Señoras y señores.
Buenas noches.
Cuando me invitaron a presentar la novela en octubre pasado en la primera Feria del Libro Dominicano en Nueva York, me abrigó una incertidumbre espantosa, es más, no les niego que sentí una especie de contorsión un poco más arriba del ombligo, fue como cuando de repente el vehículo en que viajamos cae en un vacío y se asume los efectos en el estómago.
Pero luego de unos días estresantes en esa gran ciudad, y de haber llevado unos 115 ejemplares en las maletas, me sentí enormemente alegre cuando el día anterior al acto, es decir, el 7 de octubre, llamé a una hermana que viajaría al siguiente día a fin de que me llevara un paquete de otros 30 libros, ya que prácticamente se habían agotado los que llevé conmigo. Al concluir el evento hice diligencias para otro envío pero no encontré a nadie. Esa tarde me sentí enormemente feliz.
Pero no le voy a cansar con este tipo de historia, hablemos un poco de la obra.
En la página 97 de La barca del silencio, que tenemos el honor de presentarles, se encuentra uno de los diálogos más interesantes entre Carmilia y Tomás Javier, dos de los personajes principales de esta historia. Cito (Acudir al libro):
Guiado por esos mismos criterios, en el transcurso de una tertulia con un grupo de amigos de Santo Domingo, en donde se abordaba el tema de la felicidad, expresé que la felicidad, junto a la libertad y la vida, forman una especie de trípode en los seres humanos de parecida dimensión. Se encuentran unidas a un mismo hilo: la incertidumbre. Las tres se esfuman con un simple soplo, como la llama de una vela. En ese encuentro consideré que la felicidad es como eslabones, como aros que concatenan una cadena, y que mientras más aros se logran, más tiempo dura ese estado de felicidad. Les aseguro que, al igual que en Nueva York, hoy he alcanzado una significativa argolla. Esta noche me siento feliz al compartir con ustedes este momento inolvidable.
También me siento feliz, al recibir la noticia de que La barca del silencio hasta ahora ha navegado de forma satisfactoria, que ya rebasó la etapa de la zozobra, que en consecuencia está logrando muy buena aceptación, y que como muestra está el reciente éxito logrado en Nueva York, que en el próximo mes de enero se presentará la segunda edición en Madrid, España, a cargo de varias instituciones de esa nación europea, y en febrero se llevará a la comunidad hispana de Boston, Masachusetts.
Mi primera obra pudo haber sido “Entre rebeldía y ternura”, un libro de poemas que debió aparecer hace unos doce años, corregido y diseñado por el amigo escritor romanense Avelino Stanley. Circunstancias distintas impidieron la aparición de esta obra. También antes que La barca del silencio debió ver la luz “Paradigmas irrompibles”, una selección de más de cien artículos publicados en los principales diarios y revistas dominicanos en los años 80 y 90 sobre el acontecer dominicano, que tiene ya cuatro años corregido.
Algunos de los que han leído La barca del silencio la han descrito como una obra testimonial, es más, el propio escritor Rafael Peralta Romero en su comentario de contraportada dice que “Menoscal Reynoso se ha propuesto ocultar arquetipos y disimular identidades, pero que los hechos suelen ser tozudos”.
Esa es una verdad a media, porque el autor, que en este caso es quien tiene el placer de dirigirles la palabra, es sólo una pieza de esta historia, ya que en ella se recogen acontecimientos vividos por un puñado de adolescentes y jóvenes que, como bien plantea el gran amigo Manuel Salazar en su comentario, asumimos el compromiso de la resistencia que esas circunstancias impusieron.
En esa dirección quiero destacar, que aunque la novela se desarrolla en un escenario político muy convulso, matizado por la rebeldía e impotencia de toda una generación ante el estado de represión de un régimen dictatorial, ésta es una historia de amor, de un amor sublime, de unas relaciones de parejas transparentes y tiernas, en las que no importó la crisis emocional que llevó al desquiciamiento mental de Tomás Javier, agobiado, como dice el escritor Eric Simó, por trágicos recuerdos. Por ese amor platónico es que Carmilia se desprende de su familia para reencontrarse fuera de su tierra natal con su amado.
Aunque no tengo la intención de comentar la novela, porque eso ya lo hizo magistralmente el amigo Isaél Pérez, quiero puntualizar dos cosas:
En primer lugar, como ya expresamos, este libro es un fajo de acontecimientos cubierto por la ficción, en el que se recogen momentos que vivieron amigos y amigas que recorrieron varias décadas en procura de variar el rumbo político, no sólo en República Dominicana, sino en otros tantos países del continente, cuyos pueblos fueron condenados a la extrema pobreza, la represión y la persecución política. Y si hoy en la mayoría de nuestras naciones se goza de cierto clima de libertad, se debe precisamente a la bravura y sacrificio de ésa y otras generaciones que les antecedieron.
Por eso quiero señalar, sin la menor intención de lacerar sensibilidades, que esta historia es nuestra historia, escrita a nuestra manera, relatada sin obviar los tratados y recomendaciones de los maestros del género, ya que, según el profesor y amigo escritor de Miches, Rafael Peralta Romero, “La barca del silencio es una novela, conforme a los modelos de creación de los maestros del género que nos han precedido y, de igual modo, ajustada a los conceptos y preceptos de los intelectuales que han aportado teorías para definir este género mayor de la literatura”.
Por esa y otras razones el libro lo inicio con esta frase del fenecido escritor español Antonio Buero Vallejo: “Escribo para plantear problemas, para buscar verdades, para abrir ojos, para ayudar, para criticar; para otras tantas cosas”.
Precisamente, en respuesta a una pregunta de algunos periodistas en una de sus últimas entrevistas, en un mensaje dirigido a los jóvenes que empiezan a escribir, el fenecido escritor Buero Vallejo les sugirió lo siguiente: “Lean mucho de todo. Porque sólo leyendo mucho un joven puede reconocer sus propias tentativas, las posibles, las aceptables”.
En segundo lugar, y es quizás lo menos apreciable de la historia, se encuentra el significado de la amistad, ésa que se viene perdiendo en el trajín cotidiano y que cada vez se torna más difícil para mantenerla, porque el afán de vida, la lucha por la supervivencia, los intereses, ya sean políticos, económicos o de otra índole, lastiman sensiblemente las relaciones personales hasta de hermanos, de padres con hijos, e imagínense ustedes de dos que no estén unidos por el lazo sanguíneo. Aún así, considero que debemos sobreponer la amistad a las vorágines de esos despiadados intereses.
Teniendo en cuenta el valor de la amistad y los gestos de solidaridad de algunas personas para que esta actividad logre los efectos esperados, quiero agradecer a varios de ellos: a la Dra. Rosa Julia Mejía, presidenta de la Fundación Casa de la Cultura de La romana, por su afán y entusiasmo; al colega Isaél Pérez, labrador incansable de la cultura; a la joven poeta Carmen Hernández y a la Licda. Alba Iris Montero.
Aunque no se encuentre con nosotros esta noche, quiero manifestar mis profundos agradecimientos al dilecto y siempre amigo Avelino Stanley, hijo distinguido de esta comunidad, ejemplo de perseverancia en el trabajo cultural y trabajador incansable de la cultura.
A todos, gracias del alma por estar conmigo.
Distinguidos amigos y amigas;
Señoras y señores.
Buenas noches.
Cuando me invitaron a presentar la novela en octubre pasado en la primera Feria del Libro Dominicano en Nueva York, me abrigó una incertidumbre espantosa, es más, no les niego que sentí una especie de contorsión un poco más arriba del ombligo, fue como cuando de repente el vehículo en que viajamos cae en un vacío y se asume los efectos en el estómago.
Pero luego de unos días estresantes en esa gran ciudad, y de haber llevado unos 115 ejemplares en las maletas, me sentí enormemente alegre cuando el día anterior al acto, es decir, el 7 de octubre, llamé a una hermana que viajaría al siguiente día a fin de que me llevara un paquete de otros 30 libros, ya que prácticamente se habían agotado los que llevé conmigo. Al concluir el evento hice diligencias para otro envío pero no encontré a nadie. Esa tarde me sentí enormemente feliz.
Pero no le voy a cansar con este tipo de historia, hablemos un poco de la obra.
En la página 97 de La barca del silencio, que tenemos el honor de presentarles, se encuentra uno de los diálogos más interesantes entre Carmilia y Tomás Javier, dos de los personajes principales de esta historia. Cito (Acudir al libro):
Guiado por esos mismos criterios, en el transcurso de una tertulia con un grupo de amigos de Santo Domingo, en donde se abordaba el tema de la felicidad, expresé que la felicidad, junto a la libertad y la vida, forman una especie de trípode en los seres humanos de parecida dimensión. Se encuentran unidas a un mismo hilo: la incertidumbre. Las tres se esfuman con un simple soplo, como la llama de una vela. En ese encuentro consideré que la felicidad es como eslabones, como aros que concatenan una cadena, y que mientras más aros se logran, más tiempo dura ese estado de felicidad. Les aseguro que, al igual que en Nueva York, hoy he alcanzado una significativa argolla. Esta noche me siento feliz al compartir con ustedes este momento inolvidable.
También me siento feliz, al recibir la noticia de que La barca del silencio hasta ahora ha navegado de forma satisfactoria, que ya rebasó la etapa de la zozobra, que en consecuencia está logrando muy buena aceptación, y que como muestra está el reciente éxito logrado en Nueva York, que en el próximo mes de enero se presentará la segunda edición en Madrid, España, a cargo de varias instituciones de esa nación europea, y en febrero se llevará a la comunidad hispana de Boston, Masachusetts.
Mi primera obra pudo haber sido “Entre rebeldía y ternura”, un libro de poemas que debió aparecer hace unos doce años, corregido y diseñado por el amigo escritor romanense Avelino Stanley. Circunstancias distintas impidieron la aparición de esta obra. También antes que La barca del silencio debió ver la luz “Paradigmas irrompibles”, una selección de más de cien artículos publicados en los principales diarios y revistas dominicanos en los años 80 y 90 sobre el acontecer dominicano, que tiene ya cuatro años corregido.
Algunos de los que han leído La barca del silencio la han descrito como una obra testimonial, es más, el propio escritor Rafael Peralta Romero en su comentario de contraportada dice que “Menoscal Reynoso se ha propuesto ocultar arquetipos y disimular identidades, pero que los hechos suelen ser tozudos”.
Esa es una verdad a media, porque el autor, que en este caso es quien tiene el placer de dirigirles la palabra, es sólo una pieza de esta historia, ya que en ella se recogen acontecimientos vividos por un puñado de adolescentes y jóvenes que, como bien plantea el gran amigo Manuel Salazar en su comentario, asumimos el compromiso de la resistencia que esas circunstancias impusieron.
En esa dirección quiero destacar, que aunque la novela se desarrolla en un escenario político muy convulso, matizado por la rebeldía e impotencia de toda una generación ante el estado de represión de un régimen dictatorial, ésta es una historia de amor, de un amor sublime, de unas relaciones de parejas transparentes y tiernas, en las que no importó la crisis emocional que llevó al desquiciamiento mental de Tomás Javier, agobiado, como dice el escritor Eric Simó, por trágicos recuerdos. Por ese amor platónico es que Carmilia se desprende de su familia para reencontrarse fuera de su tierra natal con su amado.
Aunque no tengo la intención de comentar la novela, porque eso ya lo hizo magistralmente el amigo Isaél Pérez, quiero puntualizar dos cosas:
En primer lugar, como ya expresamos, este libro es un fajo de acontecimientos cubierto por la ficción, en el que se recogen momentos que vivieron amigos y amigas que recorrieron varias décadas en procura de variar el rumbo político, no sólo en República Dominicana, sino en otros tantos países del continente, cuyos pueblos fueron condenados a la extrema pobreza, la represión y la persecución política. Y si hoy en la mayoría de nuestras naciones se goza de cierto clima de libertad, se debe precisamente a la bravura y sacrificio de ésa y otras generaciones que les antecedieron.
Por eso quiero señalar, sin la menor intención de lacerar sensibilidades, que esta historia es nuestra historia, escrita a nuestra manera, relatada sin obviar los tratados y recomendaciones de los maestros del género, ya que, según el profesor y amigo escritor de Miches, Rafael Peralta Romero, “La barca del silencio es una novela, conforme a los modelos de creación de los maestros del género que nos han precedido y, de igual modo, ajustada a los conceptos y preceptos de los intelectuales que han aportado teorías para definir este género mayor de la literatura”.
Por esa y otras razones el libro lo inicio con esta frase del fenecido escritor español Antonio Buero Vallejo: “Escribo para plantear problemas, para buscar verdades, para abrir ojos, para ayudar, para criticar; para otras tantas cosas”.
Precisamente, en respuesta a una pregunta de algunos periodistas en una de sus últimas entrevistas, en un mensaje dirigido a los jóvenes que empiezan a escribir, el fenecido escritor Buero Vallejo les sugirió lo siguiente: “Lean mucho de todo. Porque sólo leyendo mucho un joven puede reconocer sus propias tentativas, las posibles, las aceptables”.
En segundo lugar, y es quizás lo menos apreciable de la historia, se encuentra el significado de la amistad, ésa que se viene perdiendo en el trajín cotidiano y que cada vez se torna más difícil para mantenerla, porque el afán de vida, la lucha por la supervivencia, los intereses, ya sean políticos, económicos o de otra índole, lastiman sensiblemente las relaciones personales hasta de hermanos, de padres con hijos, e imagínense ustedes de dos que no estén unidos por el lazo sanguíneo. Aún así, considero que debemos sobreponer la amistad a las vorágines de esos despiadados intereses.
Teniendo en cuenta el valor de la amistad y los gestos de solidaridad de algunas personas para que esta actividad logre los efectos esperados, quiero agradecer a varios de ellos: a la Dra. Rosa Julia Mejía, presidenta de la Fundación Casa de la Cultura de La romana, por su afán y entusiasmo; al colega Isaél Pérez, labrador incansable de la cultura; a la joven poeta Carmen Hernández y a la Licda. Alba Iris Montero.
Aunque no se encuentre con nosotros esta noche, quiero manifestar mis profundos agradecimientos al dilecto y siempre amigo Avelino Stanley, hijo distinguido de esta comunidad, ejemplo de perseverancia en el trabajo cultural y trabajador incansable de la cultura.
A todos, gracias del alma por estar conmigo.
PALABRAS DE MENOSCAL REYNOSO
Palabras de Menoscal Reynoso en la Tertulia sobre la novela La barca del silencio, celebrada en el Taller Literario de la Biblioteca República Dominicana, el 29 de agosto de 2006.
Saludos.
Señoras y señores, buenas noches.
Quise traer estos apuntes y dejarlos en sus manos, consciente de que se trata de un taller literario en el que, de seguro, se reúnen jóvenes talentos amantes de la literatura, así como amigos y amigas que asisten a esta actividad por su amistad conmigo o con los organizadores.
Algunos de los que han leído La barca del silencio la han descrito como una obra testimonial, es más, el propio escritor Rafael Peralta Romero en su comentario de contraportada, dice que “yo me he propuesto ocultar arquetipos y disimular identidades, pero que los hechos suelen ser tozudos”.
Esa es una verdad a media, porque el autor, que en este caso es quien tiene el placer de dirigirles la palabra, es sólo una pieza de esta historia, ya que como hemos expresado en algunas oportunidades, aquí se recogen acontecimientos vividos por un puñado de adolescentes y jóvenes que, como bien plantea Manuel Salazar en su comentario, asumimos el compromiso de la resistencia que esas circunstancias impusieron.
En esa dirección me interesa subrayar que, aunque la novela se desarrolla en un escenario político muy convulso, matizado por la rebeldía e impotencia de toda una generación ante el estado de represión de un régimen dictatorial, ésta es una historia de amor, de un amor real, de unas relaciones de parejas transparentes y tiernas, en las que no importó la crisis emocional que llevó al desquiciamiento mental de Tomás Javier, agobiado, como dice Eric Simó, por trágicos recuerdos. Por ese amor platónico es que Carmilia se desprende de su familia para reencontrarse fuera de su tierra natal con su amado.
En varias oportunidades he dicho que los primeros garabatos para esta obra los inicié en el 1994 y que hace aproximadamente dos años varié el rumbo de la historia, porque su desarrollo me estaba resultando muy cursis, muy rosa, lo cual no iba conmigo, ya que siempre he dicho que todo aquel que escribe debe hacerlo desde el ángulo en que piensa, y su vida y experiencias jamás podrán estar al margen de ninguna de sus obras.
Conservo esos primeros trazos de La barca del silencio, titulados “Entre amores y amarguras”, luego “Entre amores y aventuras”, y fíjense el giro que dio en el tiempo, finalmente me quedé con La barca del silencio, que, dicho sea de paso, fue el producto de un sueño, porque como dice Isabel Allende: “Existe una misteriosa pero fecunda relación entre el tiempo circular, la realidad externa, manejable, pragmática y empírica, y otro tipo de realidad más interior, donde los espíritus se comunican con nosotros, y por ello, dice la chilena, hay que darle importancia a los sueños, a las premoniciones, al instinto.
Pensando en lo cursi que me resultaba el título y la médula de la historia, me desperté a media noche y tomé de mi gavetero una felpa gruesa y entre garabatos escribí el actual título en una libreta y ahí mismo también unos cinco o seis ideas, que sin permitirme amanecer fui al computador y empecé a ordenar otro tramo de la historia.
Al transcurrir los días y apasionado por el curso que tomaba el relato, las cosas se me complicaron al tener en mis manos dos historias totalmente diferentes, pero que de ninguna manera podía soslayar, lo que me llevó a introducir una dentro de la otra y ensamblarlas de manera que al lector pudiera llegarle una sola.
Y con el perdón de los críticos literarios, esta historia es nuestra historia, escrita a nuestra manera, relatada sin obviar los tratados de los maestros del género, que según el profesor y escritor Rafael Peralta Romero “La barca del silencio es una novela y lo es plenamente, conforme a los modelos de creación de los maestros del género que nos han precedido y, de igual modo, ajustado a los conceptos y preceptos de los intelectuales que han aportado teorías para definir este género mayor de la literatura”.
Por esa y otras razones el libro lo inicio con esta frase del fenecido escritor español Antonio Buero Vallejo: “Escribo para plantear problemas, para buscar verdades, para abrir ojos, para ayudar, para criticar; para otras tantas cosas”.
Quiero también resaltar la recomendación de Buero Vallejo en respuesta a una pregunta de los periodistas en una de sus últimas entrevistas, específicamente a los jóvenes que empiezan a escribir, quien le dijo: “Que lean mucho de todo. Sólo leyendo mucho un joven autor puede reconocer sus propias tentativas, las posibles, las aceptables”.
Saludos.
Señoras y señores, buenas noches.
Quise traer estos apuntes y dejarlos en sus manos, consciente de que se trata de un taller literario en el que, de seguro, se reúnen jóvenes talentos amantes de la literatura, así como amigos y amigas que asisten a esta actividad por su amistad conmigo o con los organizadores.
Algunos de los que han leído La barca del silencio la han descrito como una obra testimonial, es más, el propio escritor Rafael Peralta Romero en su comentario de contraportada, dice que “yo me he propuesto ocultar arquetipos y disimular identidades, pero que los hechos suelen ser tozudos”.
Esa es una verdad a media, porque el autor, que en este caso es quien tiene el placer de dirigirles la palabra, es sólo una pieza de esta historia, ya que como hemos expresado en algunas oportunidades, aquí se recogen acontecimientos vividos por un puñado de adolescentes y jóvenes que, como bien plantea Manuel Salazar en su comentario, asumimos el compromiso de la resistencia que esas circunstancias impusieron.
En esa dirección me interesa subrayar que, aunque la novela se desarrolla en un escenario político muy convulso, matizado por la rebeldía e impotencia de toda una generación ante el estado de represión de un régimen dictatorial, ésta es una historia de amor, de un amor real, de unas relaciones de parejas transparentes y tiernas, en las que no importó la crisis emocional que llevó al desquiciamiento mental de Tomás Javier, agobiado, como dice Eric Simó, por trágicos recuerdos. Por ese amor platónico es que Carmilia se desprende de su familia para reencontrarse fuera de su tierra natal con su amado.
En varias oportunidades he dicho que los primeros garabatos para esta obra los inicié en el 1994 y que hace aproximadamente dos años varié el rumbo de la historia, porque su desarrollo me estaba resultando muy cursis, muy rosa, lo cual no iba conmigo, ya que siempre he dicho que todo aquel que escribe debe hacerlo desde el ángulo en que piensa, y su vida y experiencias jamás podrán estar al margen de ninguna de sus obras.
Conservo esos primeros trazos de La barca del silencio, titulados “Entre amores y amarguras”, luego “Entre amores y aventuras”, y fíjense el giro que dio en el tiempo, finalmente me quedé con La barca del silencio, que, dicho sea de paso, fue el producto de un sueño, porque como dice Isabel Allende: “Existe una misteriosa pero fecunda relación entre el tiempo circular, la realidad externa, manejable, pragmática y empírica, y otro tipo de realidad más interior, donde los espíritus se comunican con nosotros, y por ello, dice la chilena, hay que darle importancia a los sueños, a las premoniciones, al instinto.
Pensando en lo cursi que me resultaba el título y la médula de la historia, me desperté a media noche y tomé de mi gavetero una felpa gruesa y entre garabatos escribí el actual título en una libreta y ahí mismo también unos cinco o seis ideas, que sin permitirme amanecer fui al computador y empecé a ordenar otro tramo de la historia.
Al transcurrir los días y apasionado por el curso que tomaba el relato, las cosas se me complicaron al tener en mis manos dos historias totalmente diferentes, pero que de ninguna manera podía soslayar, lo que me llevó a introducir una dentro de la otra y ensamblarlas de manera que al lector pudiera llegarle una sola.
Y con el perdón de los críticos literarios, esta historia es nuestra historia, escrita a nuestra manera, relatada sin obviar los tratados de los maestros del género, que según el profesor y escritor Rafael Peralta Romero “La barca del silencio es una novela y lo es plenamente, conforme a los modelos de creación de los maestros del género que nos han precedido y, de igual modo, ajustado a los conceptos y preceptos de los intelectuales que han aportado teorías para definir este género mayor de la literatura”.
Por esa y otras razones el libro lo inicio con esta frase del fenecido escritor español Antonio Buero Vallejo: “Escribo para plantear problemas, para buscar verdades, para abrir ojos, para ayudar, para criticar; para otras tantas cosas”.
Quiero también resaltar la recomendación de Buero Vallejo en respuesta a una pregunta de los periodistas en una de sus últimas entrevistas, específicamente a los jóvenes que empiezan a escribir, quien le dijo: “Que lean mucho de todo. Sólo leyendo mucho un joven autor puede reconocer sus propias tentativas, las posibles, las aceptables”.
COMENTARIOS DE MIGUEL SOLANO
La barca del silencio: Entre la verdad y la fantasía
Con su novela La barca del silencio, Menoscal Reynoso entrega al lector una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, pero que tiene como base hechos reales, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres.
Los libros, como los seres humanos, disponen de dos biografías, dispares entre sí, pero dependientes una de otra. A lo largo de nuestra existencia biológica construimos ambas alternativamente. La primera de ellas es la biográfica pública, la que se escenifica ante los demás, pocos, varios o muchos. La compone el conjunto de nuestras actuaciones observables y observadas. Es la que erróneamente consideramos la única vida real.
La segunda la constituye nuestra biografía intima: La fantaseada, la de nuestros deseos aun o quizás por siempre insatisfechos, la de los sueños, la de nuestros sentimientos ocultos hacia personas que nos rodean: Una vida secreta, secreta porque es inobservable, según Carlos Castillo del Pino.
Como la biografía pública de La barca del silencio, Menoscal Reynoso recrea una aventura de vida, entrelazada con el amor y la muerte. La muerte, subrepticiamente representada por un personaje que satisface sus propios apetitos de sangre, de crímenes bien ordenados y mejor ejecutados, atribuyéndoles sus acciones a las llamadas “fuerzas incontrolables”.
El amor lo bien representa Carmilia, canto, poesía, quien consciente de su poder renuncia a todo y a todos; y se lanza en la búsqueda y el toque del sentimiento que justifica su existencia. La vida la personifica, con todo lo concreto de su latir, Tomás Javier, quien lo vive todo, quien se pierde en un laberinto de túneles sin respuestas y quien espera ser hallado y rescatado por la única fuerza capaz de hacer renacer su existencia: El amor.
Puntos de distinción:
Para entrar en la biografía intima, en esa vida secreta que recurre en La barca del silencio, hemos de acudir al eminente lingüista, destacado catedrático, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, Dr. Ramón Emilio Reyes, quien en un prologo que escribiera para la novela “Las lágrimas de mi papá”, estableció, entre otros, como puntos de distinción en la narrativa los siguientes aspectos:
1- El suspense hay que lograrlo del modo más natural, ensamblar bien el hecho
anecdótico, personal o ajeno en el hilo de la narración. Aquí un ejemplo:
“Desperté en ese instante aclamando desesperado, y me tiré de la cama buscándote, aterrorizado. Sentado en el borde a medio dormir, dos lágrimas se desplazaron de mis pupilas, y me encontré bañado en sudor; en un sudor de espesas gotas que estilaba por todo el cuerpo. Entonces me paré, di varias vueltas en la habitación y sonreí del pánico”, (Pág. 95, 5to. Párrafo).
2- Hacer que el recuento de las costumbres le den a la obra una sensación de realidad:
“Retornan al auto tomados de las manos para continuar la ruta hacia el hogar de Carmilia. Se encuentran a poca distancia. Aún no es tarde. Habían entrado a la primera tanda del cine. Sin embargo, las calles se ven solitarias. Tomás Javier la deja en el lugar de siempre, en una boca calle desde donde no se divisa con claridad la vivienda donde ella reside”, (Pág. 98, 3er. Párrafo).
3- Las observaciones hay que hacerla con el dinamismo normal que mantengan el interés sobre el hilo central:
“Él se restriega los ojos. Piensa que aún está soñando, que tiene la visión eclipsada. Siente que el cielo lo arropa, que lo aplasta, y se sienta a reflexionar sobre su estado de ánimo”, (Pág. 190, 2do. Párrafo).
4- El dialogo hay que desarrollarlo, envolverlo objetivamente, el relato en sí, de manera subjetiva:
“El licor se le derrama entre las piernas y se ríe, se echa a reír de forma desfachatada de su impotencia, de la impotencia de no poder manejarse a plenitud, de que su mirada se haya desubicado, de que sus ojos tengan tonalidades desquiciadas y de que lo estén también desquiciando a él”. (Pág. 192, 4to. Párrafo).
Al desarrollar lo que llamo “Versos Solano” sobre los personajes dentro de las técnicas, me encuentro con que Menoscal logra ser sus sueños cuando ellos no pueden dormir: ¡Trabaja!. Al llegar el momento cuando el autor trabaja un personaje que no sabe qué es el amor, entonces logra ser el amante del amante que el personaje pretendía tener, pero con una condición: Comparte ese amor.
Menoscal logra sustituir a Tomás Javier, cuando éste “no sabiendo qué es el amor” o no sujetándose a esa fuerza divina, abandona a Carmilia. El autor suple esa necesidad pasando a ser el amante de Carmilia y dotándola de las fuerzas y el poder para que vaya tras las cosas que le dan sustancia a su vida.
El escritor de La barca del silencio vive el dolor de sus personajes, vive la alegría de sus personajes; es sus ojos cuando ellos no pueden ver. A los personajes les gusta hablar, pero hay que darle algo de que hablar: El amor, quizás, pero con un poco de misterio, cosas que el lector pueda agradecerle cuando vea algo en el despertar de su sonrisa:
“Quiero que entiendas que aún estás muy joven, al igual que Tomás Javier. Lo aconsejable es no alterar el rumbo de las cosas. Tengan en cuenta que la vida no se destruye sólo porque se encuentre un poco lastimada –le dice don Papachín a su hija”. (Pág. 206, 2do. Párrafo).
Si el autor no le da una razón para que permanezca, el personaje lo abandona. Lo que el personaje quiere saber es que puede contar con usted; cuando es importante para él.
Menoscal logró darle a Carmilia permanencia para siempre; la hizo eterna. La colocó en el punto donde la grandeza de la mujer no encuentra otra escalera que no sea la ruta del amor: ¡Y es bueno que así sea!
“Aún no sabemos quién es más grande si la vida o la muerte. De lo que si estoy seguro”, como lo logra Menoscal Reynoso en La barca del silencio, “es que ambas, tanto la vida como la muerte, esperan que el amor la rescate”, La Sagrada Familia.
Miguel Solano, economista y escritor, presidente de AQI.
Con su novela La barca del silencio, Menoscal Reynoso entrega al lector una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, pero que tiene como base hechos reales, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres.
Los libros, como los seres humanos, disponen de dos biografías, dispares entre sí, pero dependientes una de otra. A lo largo de nuestra existencia biológica construimos ambas alternativamente. La primera de ellas es la biográfica pública, la que se escenifica ante los demás, pocos, varios o muchos. La compone el conjunto de nuestras actuaciones observables y observadas. Es la que erróneamente consideramos la única vida real.
La segunda la constituye nuestra biografía intima: La fantaseada, la de nuestros deseos aun o quizás por siempre insatisfechos, la de los sueños, la de nuestros sentimientos ocultos hacia personas que nos rodean: Una vida secreta, secreta porque es inobservable, según Carlos Castillo del Pino.
Como la biografía pública de La barca del silencio, Menoscal Reynoso recrea una aventura de vida, entrelazada con el amor y la muerte. La muerte, subrepticiamente representada por un personaje que satisface sus propios apetitos de sangre, de crímenes bien ordenados y mejor ejecutados, atribuyéndoles sus acciones a las llamadas “fuerzas incontrolables”.
El amor lo bien representa Carmilia, canto, poesía, quien consciente de su poder renuncia a todo y a todos; y se lanza en la búsqueda y el toque del sentimiento que justifica su existencia. La vida la personifica, con todo lo concreto de su latir, Tomás Javier, quien lo vive todo, quien se pierde en un laberinto de túneles sin respuestas y quien espera ser hallado y rescatado por la única fuerza capaz de hacer renacer su existencia: El amor.
Puntos de distinción:
Para entrar en la biografía intima, en esa vida secreta que recurre en La barca del silencio, hemos de acudir al eminente lingüista, destacado catedrático, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, Dr. Ramón Emilio Reyes, quien en un prologo que escribiera para la novela “Las lágrimas de mi papá”, estableció, entre otros, como puntos de distinción en la narrativa los siguientes aspectos:
1- El suspense hay que lograrlo del modo más natural, ensamblar bien el hecho
anecdótico, personal o ajeno en el hilo de la narración. Aquí un ejemplo:
“Desperté en ese instante aclamando desesperado, y me tiré de la cama buscándote, aterrorizado. Sentado en el borde a medio dormir, dos lágrimas se desplazaron de mis pupilas, y me encontré bañado en sudor; en un sudor de espesas gotas que estilaba por todo el cuerpo. Entonces me paré, di varias vueltas en la habitación y sonreí del pánico”, (Pág. 95, 5to. Párrafo).
2- Hacer que el recuento de las costumbres le den a la obra una sensación de realidad:
“Retornan al auto tomados de las manos para continuar la ruta hacia el hogar de Carmilia. Se encuentran a poca distancia. Aún no es tarde. Habían entrado a la primera tanda del cine. Sin embargo, las calles se ven solitarias. Tomás Javier la deja en el lugar de siempre, en una boca calle desde donde no se divisa con claridad la vivienda donde ella reside”, (Pág. 98, 3er. Párrafo).
3- Las observaciones hay que hacerla con el dinamismo normal que mantengan el interés sobre el hilo central:
“Él se restriega los ojos. Piensa que aún está soñando, que tiene la visión eclipsada. Siente que el cielo lo arropa, que lo aplasta, y se sienta a reflexionar sobre su estado de ánimo”, (Pág. 190, 2do. Párrafo).
4- El dialogo hay que desarrollarlo, envolverlo objetivamente, el relato en sí, de manera subjetiva:
“El licor se le derrama entre las piernas y se ríe, se echa a reír de forma desfachatada de su impotencia, de la impotencia de no poder manejarse a plenitud, de que su mirada se haya desubicado, de que sus ojos tengan tonalidades desquiciadas y de que lo estén también desquiciando a él”. (Pág. 192, 4to. Párrafo).
Al desarrollar lo que llamo “Versos Solano” sobre los personajes dentro de las técnicas, me encuentro con que Menoscal logra ser sus sueños cuando ellos no pueden dormir: ¡Trabaja!. Al llegar el momento cuando el autor trabaja un personaje que no sabe qué es el amor, entonces logra ser el amante del amante que el personaje pretendía tener, pero con una condición: Comparte ese amor.
Menoscal logra sustituir a Tomás Javier, cuando éste “no sabiendo qué es el amor” o no sujetándose a esa fuerza divina, abandona a Carmilia. El autor suple esa necesidad pasando a ser el amante de Carmilia y dotándola de las fuerzas y el poder para que vaya tras las cosas que le dan sustancia a su vida.
El escritor de La barca del silencio vive el dolor de sus personajes, vive la alegría de sus personajes; es sus ojos cuando ellos no pueden ver. A los personajes les gusta hablar, pero hay que darle algo de que hablar: El amor, quizás, pero con un poco de misterio, cosas que el lector pueda agradecerle cuando vea algo en el despertar de su sonrisa:
“Quiero que entiendas que aún estás muy joven, al igual que Tomás Javier. Lo aconsejable es no alterar el rumbo de las cosas. Tengan en cuenta que la vida no se destruye sólo porque se encuentre un poco lastimada –le dice don Papachín a su hija”. (Pág. 206, 2do. Párrafo).
Si el autor no le da una razón para que permanezca, el personaje lo abandona. Lo que el personaje quiere saber es que puede contar con usted; cuando es importante para él.
Menoscal logró darle a Carmilia permanencia para siempre; la hizo eterna. La colocó en el punto donde la grandeza de la mujer no encuentra otra escalera que no sea la ruta del amor: ¡Y es bueno que así sea!
“Aún no sabemos quién es más grande si la vida o la muerte. De lo que si estoy seguro”, como lo logra Menoscal Reynoso en La barca del silencio, “es que ambas, tanto la vida como la muerte, esperan que el amor la rescate”, La Sagrada Familia.
Miguel Solano, economista y escritor, presidente de AQI.
COMENTARIOS DE MARCOS CROSS
La barca del silencio:
De amores y resistencia política
En la obra La Barca del Silencio, Menoscal Reynoso analiza y explica la situación que vivió la República Dominicana y otras naciones latinoamericanas en las décadas de los años 70 y 80, momentos de la vida de estos países donde sus distintos regímenes existentes mantuvieron en situación de alerta a todos aquellos que predicaban la doctrina revolucionaria, como una solución a la realidad precaria en que sobrevivía el pueblo dominicano. No menos cierto es que esa vivencia general del entorno, con un régimen adverso a los intereses norteamericanos en la vecina Cuba, con varios dictadores en Centroamérica y con el poder que representaba los Estados Unidos de Norteamérica, impidiendo a toda costa el surgimiento de nuevos gobiernos democráticos o de izquierda.
En esta obra el autor expone de manera sencilla y con una narración elocuente, lo que debió ser la vida de un pueblo que merece la felicidad y bienestar social. Entrelaza la vida de la resistencia al régimen y lo que debió ser la vida en el amor, el cariño y la sensibilidad familiar.
El relato de la novela expone además, con sutileza y precisión al mismo tiempo, la realidad vivida por el pueblo y la utopía que abrazaba un segmento de los estudiantes universitarios, que añoraban conquistar condiciones de vida más acorde con sus ideales, los cuales estaban impactados por la influencia de la guerra fría que dividía al mundo en dos bloques contrapuestos.
Esta obra ayuda a las nuevas generaciones de dominicanos, especialmente los que hacemos vida en otros países, como es el caso de España, a recordar y añorar nuestra querida “Quisqueya”, la tierra que nos vio nacer a nosotros y a nuestros antepasados.
Comentario del Sr. Marcos Cross,
Cónsul General de República Dominicana en Madrid, España
De amores y resistencia política
En la obra La Barca del Silencio, Menoscal Reynoso analiza y explica la situación que vivió la República Dominicana y otras naciones latinoamericanas en las décadas de los años 70 y 80, momentos de la vida de estos países donde sus distintos regímenes existentes mantuvieron en situación de alerta a todos aquellos que predicaban la doctrina revolucionaria, como una solución a la realidad precaria en que sobrevivía el pueblo dominicano. No menos cierto es que esa vivencia general del entorno, con un régimen adverso a los intereses norteamericanos en la vecina Cuba, con varios dictadores en Centroamérica y con el poder que representaba los Estados Unidos de Norteamérica, impidiendo a toda costa el surgimiento de nuevos gobiernos democráticos o de izquierda.
En esta obra el autor expone de manera sencilla y con una narración elocuente, lo que debió ser la vida de un pueblo que merece la felicidad y bienestar social. Entrelaza la vida de la resistencia al régimen y lo que debió ser la vida en el amor, el cariño y la sensibilidad familiar.
El relato de la novela expone además, con sutileza y precisión al mismo tiempo, la realidad vivida por el pueblo y la utopía que abrazaba un segmento de los estudiantes universitarios, que añoraban conquistar condiciones de vida más acorde con sus ideales, los cuales estaban impactados por la influencia de la guerra fría que dividía al mundo en dos bloques contrapuestos.
Esta obra ayuda a las nuevas generaciones de dominicanos, especialmente los que hacemos vida en otros países, como es el caso de España, a recordar y añorar nuestra querida “Quisqueya”, la tierra que nos vio nacer a nosotros y a nuestros antepasados.
Comentario del Sr. Marcos Cross,
Cónsul General de República Dominicana en Madrid, España
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